EL SUEÑO DE VOLAR

El sueño de volar

Por Max Spiess

--------------------------------------------------------------------------------

El eterno sueño del hombre: volar. Cuántas veces hemos escuchado esa frase tan cliché, pero cierta. Efectivamente, ese es un sueño que nosotros conservamos como un tesoro muy preciado entre nuestras experiencias de vida. Pero, por qué. Por qué el hombre se afana en descubrir nuevas formas y medios para volar. Qué nos impulsa… acaso el ser como ángeles…

Amigos pájaros, estas líneas sólo pretenden recuperar un dialogo ameno y un poco más personal en relación a esta experiencia que claramente implica no sólo un hobby "simpático", sino que un verdadero estilo de vida. Conjuntamente, pretende dar inicio a una corriente de comunicación para que todos en forma sencilla, a través de fax, correo o e-mail, podamos compartir acerca de travesías, aventuras, chascarros, accidentes, competencias, innovaciones técnicas, experiencias de alas, nuevos lugares de vuelo, opiniones o lo que sea. Como funcionaría, simple: cualquiera puede tipear un par de líneas, enviarla al fax o e-mail de Arturo García A. (todos lo conocen) y allí se procesa para reenviarlo a todos los que nos hagan llegar su fax o e-mail (los cuales almacenaremos en una base de datos). Lógico que vamos a necesitar de algún billetín, porque igual esto tiene su costo… pero de eso hablaremos otro día si es que esta iniciativa toma cuerpo…

Hoy quisiera contarles a cerca de algo tan simple, pero a la vez tan poderoso, como la experiencia y lo que rodeó mi primer vuelo.

Yo era un pendex de como 4 años cuando mis viejos me llevaron al cerro de La Reina Alta. Allí vi despegues, vuelos, aterrizajes y varias sacadas de xuxa de, probablemente, actuales pilotos "viejos" (digo "viejos" porque sin duda, esa distinción es super notoria de la cual algún día haré referencia). En fin, ese día me prometí que cuando tuviera un par lucas, yo volaría en ala delta. Así no más fue… premunido de mi primer sueldo y auto propio, partí a Batuco en un frio y semi lluvioso día de invierno. Por qué Batuco; porque no se de donde saqué que allí volaban los hombres pájaro. Cuento aparte del hecho que hice pedazos mi cacharrito nuevo al meterme por el camino que llevaba a la fábrica de cerámicos (no sabía que un par de metros a la derecha existía un regio camino pavimentado), justo frente a las chimeneas me topé de pura cazuela con el Tico Meriz. Yo no lo conocía, pero el me paró porque, sin duda, cachó que un loco con tal cara de despistado no podía si no que andar buscando algo especial allí. En efecto, me chantó de un suácate y me dijo:

- Tu querí’ volar en ala delta.

- Sí.- Fui lacónico.

- Sígueme. Hoy no pasa ná.- El Tico lucía su flamante Xtralite sobre la camioneta.

Tal como me lo ordenó, lo seguí rumbo a su casa. Al rato me mostró videos, revistas, me ofreció comprar un ala… ya estaba enganchado. Tomé nota de Arturo García (en adelante, el "Maestro") y de Pedrito (en adelante, "Jr.").

Un par de semanas más tarde partí con la instrucción. Como a todos, a mi también me tocaron las carreritas en el plano, subir el ala por la pendiente, tirarme y hacer los típicos vuelitos… y, por cierto, la pelá de cañuelas y el aterrizaje arriba del espino fue pan de cada día… pero como se quiera, todo era hecho para que algún día, algún día llegara ese: El Gran Día.

Entonces era obvio, los Maestros dale que dale con que "cuanto tu vueles desde arriba te puede pasar esto o aquello, pero en tal caso tu debes hacer eso o lo otro"… chanfle, que me estarán queriendo decir estos caballeros.

Mientras tanto seguía "arando" el fértil campo de Batuco con mis aterrizajes forzosos desde la ladera de instrucción.

Lo que sigue naturalmente debe denominarse como: El Gran Día. Por tanto:

El Gran Día

O de como Batuco se convirtió en un infalible relajante intestinal.

Como ya venía ocurriendo desde hace 2 fines de semana, los Maestros me vaticinaron que mi vuelo sería el domingo 9 de septiembre de 1995; es decir: El Gran Día.

Así las cosas, sospechosamente, me invitaron para que fuera el sábado con el humilde motivo de echarle una miradita al lugar antes de El Gran Día. Si hubiera sabido el tipo de "miradita" que iba a echarle a Batuco. En fin…

Llegué inocentemente luego de un frugal almuerzo familiar. Saludé como corresponde mientras otros próceres hacían su instrucción y algunos preparaban su pertrechos para el vuelito de la tarde.

Pues bien, mis ex amigos, Maestro y Jr. me invitaron cordialmente a apreciar la bella vista que se podía observarse desde el despegue… lo que, por lo demás conocería al día siguiente, tal como estaba acordado.

- OK!- De los ingenuos será el reino…

¡Arriba mierda! Allí partimos en el querido Renault 5 del Maestro. Por su parte Jr. prefirió quedarse abajo, pues, al parecer, tenía algo que hacer….

Así nada más subiamos la zigzagueante Batuco Hi-Way al despegue cuando Maestro confesó sus malignos planes.

- Bien Max, prepara el ánimo porque hoy es El Gran Día.-

A cresta, ahí me vino el ¡Churrete instantáneo!

- Ejjm, bueeenooo, que no era mañana…?- Pregunté piadosamente.

- Bueno, si prefieres lo dejamos para otro día.- El Maestro trató de manipular psicológicamente al novato.

- Nooo, digo NO! Pa’ eso soy chileno caramba..- Total estabamos en tiempo de fiestas patrias.

Rápido se hizo el camino. Al poco rato me encontraba armando el Polaris. Claro está, no me hacía reír ni el sindicato de tonys. Más o menos al término de la proeza de armar el ala tiritando, seleccioné el arbustito regalón y me despedí del frugal almuerzo del que les comenté anteriormente.

- Bueno Max, procede a ponerte el arnés.-

Yo callado como tumba; la mandíbula no respondía.

Ya compadrito, me puse el famoso arnés… nunca me costó tanto… pa’ "sacarle el popín a las moras" le regulaba la piernera, el palito, el casco, el cordelito de más allá, que lo de acá, suma y sigue.. por el momento la estrategia fue un éxito y ya casi dejaba la proeza para día siguiente, hasta que el Maestro cachó la movida y sentenció:

- Bueno Max, estamos listos coloquemos el ala en la rampa (ojo, se dice rampa y no rampla… Usted no lo diga! -el profe Banderas-).-

Ahí si que me puse verde y helado como pingüino. Vino la revisión del ala y la estática de rigor. Yo miraba hacia el pueblo, las chimeneas, y no quería más guerra. Las cañuelas me tiritaban como zapateado español. Lentamente nos dirigimos al borde.

Para qué continuar…todo iba mal… el ventarrón levantaba un ala, levantaba la otra… el desastre era inminente… el corazón saltaba a diez mil por hora… el Maestro insistía en que estuviera tranquilo…. Habrá que ser bien pelota para pedir tranquilidad en ese momento… más tranquila está una abuelita en medio de un terremoto… miles de personas me miraban, pues era obvio que era mi primer vuelo… era como lo estaban transmitiendo por la TV… y típico… siempre aparece un niñito con sus preguntitas:

- Señoor?- con el típico sonsonete lastimero…

- No le da miedo tirarse?-

- No- uno responde a punta de orgullo.

- Cuantas veces se ha tirado?- aquí si que me cagó este pendejito.

- Y cuanto vuela… se puede volar de a dos… hasta donde va a llegar…-

Ah no! Sáquenme a este cabrito de aquí.

Y bueno, los consejeros de siempre… que apriétala… que suéltala… que tranquilo… que… bla bla bla…. Ustedes saben… los loros de siempre.



Al fin, una baja en la racha… y el Maestro anuncia que el momento ha llegado.

- Vaaamos!- Con su sonsonete confiado (las pinzas).

Entonces una gran imagen se despertó en mi alma, la misma que tuve a los 4 años… Volar, simple, grácil y elegantemente en un ala delta… Había llegado la hora. Era El Gran Día.

Respirar hondo… Enderezar las alas, tomar los laterales seguro y decidido, apreciar las condiciones y… me lanzo con el viento… soy un ángel.

La radio comienza a gritar instrucciones que no puedo decifrar. Mi corazón ya no late. Floto, me elevo, es indudable... estoy volando. No resisto la tentación y miro atrás… todo se aleja… estoy solo en el aire y mis alas son uno conmigo. Por fin me siento tridimensional. Cuan distinto es movilizarse por el plano en contraposición al aire donde las tres dimensiones y el tiempo se conjugan para dar por resultado eficaces movimientos de libertad.

Pero vuelvo a la realidad.

- Pícala! Pícala!- Maestro grita desesperado, por fin entiendo.

Es decir, voy lento, lentísimo.

Por tanto repito mecánicamente lo que tantas veces imaginé en mis sueños. Imaginen un robot volando. Desde luego que el trimaje es pésimo y el ala comienza a descender. Es un hecho, pronto que comenzaría la operación de aterrizaje.

Tal cual como lo adiviné, al poco rato Jr. tomó la batuta y comenzó a dirigir la aproximación. Sin embargo, podrán ustedes adivinar (y, de seguro, recordarán sus propios casos) que la emoción es de tal magnitud que poco es posible escuchar o percibir… en fin todo es por mecánica.

Debido a lo anterior, y dado que me es difícil recordar producto que fui el único sobreviviente de este espinudo desastre, reproduciré aquí lo grabado por la caja negra del ala.

- Aquí torre de control a Polaris/ Cambio-

- Aquí Polaris a Torre. Adelante / Cambio-

- Polaris modifique su rumbo a la izquierda. No está en track de entrada a pista de aterrizazje/ Cambio-

- Torre, los controles no funcionan/ Cambio-

- Polaris confirme situación/ Cambio-

- Torre, no hay control de la nave/ Cambio-

- Polaris detenga viraje a derecha inmediatamente. Usted sobrevuela área poblada de espinos en extinción/ Cambio-

- Torre, oriente aterrizaje de emergencia. May Dei May Dei/ Cambio-

Piiiiii!

(en ese instante suena la alarma de "low terrain")

- Polaris busque un claro/ Cambio-

- Polaris elija espino blandito/ Cambio-

Piiiiiiiiiiii!

(en ese instante suena la alarma de "stall")

- Torre. Adiós mundo cruel-

En ese instante se escucha un penoso crash y se corta el record…..

- Tenemos la Tecnología… lo reconstruiremos….-

Casi inconsciente de felicidad terminó mi vuelo triunfal. Arriba de un jugoso espino al lado de la cancha de aterrizaje. El aterrizaje fue horrible; pero yo era incomprensiblemente feliz. Mi sueño se había cumplido. Ya habría tiempo para mejorar… esa es la idea… pero mi sueño se había cumplido. Volar.

Max Spiess.